El cierre del último programa de la temporada

Hoy voy a hacer un cierre corto, lo importante ya está dicho o al menos hemos dicho algunas cosas importantes, aunque no vayan a servir para nada, si hubiéramos querido ser útiles habríamos dedicado el tiempo a cuestiones más prácticas.

Hoy acaba ‘El Palquillo’ y nos dejamos cosas por decir y cosas por hacer, seguro que muchas, por eso estoy seguro de que esta temporada podría haber sido mejor, también si hubiéramos tenido más tiempo y algunos medios más, pero si esto no fuera una cuestión de aficionados habríamos perdido todo lo bueno que podíamos haber hecho.

Mañana volveremos a pensar en otras cosas con la tranquilidad que produce saber que no hay que pensar en un programa nuevo, cuidaremos otros aspectos de nuestras vidas y seguiremos trabajando por hacernos un hueco en el mundo. Casi nada de lo que hemos tratado aquí es trascendente, al menos para mí, y lo poco importante seguro que habrá pasado desapercibido entre la enorme cantidad de cosas que no lo eran.

Hasta aquí ha llegado esta temporada, no sabemos si habrá una próxima y hasta dentro de unos cuantos meses tampoco me preocupa mucho, tengo muchas cosas entre manos como para preocuparme. Seguro que hay mucha gente que no habrá compartido lo que hemos dicho –me parece estupendo–, si lo compartieran tendríamos cosas muy diferentes en nuestra ciudad, es ridículo que alguien coincida con nosotros y no cambie su actitud. Tampoco hemos inventado nada, no me refiero desde la primera temporada a esta tercera, sino en general, en esto, como en la vida, está todo inventado, sólo hay que saber leer en los sitios adecuados. Pero estoy seguro de que nadie lo habría dicho igual y sobre todo, nadie habría dicho mejor que nosotros lo que queríamos decir. Conocemos nuestras limitaciones, pero también sabemos lo que aportamos y eso no lo aporta nadie más que nosotros, por esa razón tenemos un hueco en este minúsculo mundo.

Ni más ni menos, esto ha sido ‘El Palquillo’, quien lo ha escuchado lo sabe. De ahora en adelante nos vemos en Internet y en la calle. Sin venia que pida permiso, sin cierre que abroche cada emisión y sin gente con la que coordinar horarios para hacer los programas. Tampoco habrá referencias a ese que ahora se va a dar por aludido, sí, a ti, “so chipichanga”, que cada año vas a peor y no paras de demostrarlo, en ‘El Palquillo’ lo sabemos hace mucho tiempo. Y Rafa Ortiz no tendrá que aguantar nuestras meteduras de pata y seguro que Radio Compás va a marchar más acompasada sin nosotros.

Lo que sí quedará es gente molesta con lo que hemos dicho –todavía hay gente molesta con lo que dijimos el año pasado, así que este que aun no ha terminado ni les cuento– y también gente que disfrutó de lo que hemos hecho, pero lo importante no es eso, no lo hicimos ni por unos ni por otros. Lo importante es que estamos aquí y el lugar al que hemos llegado viniendo de tan abajo.

Hasta otra.

El cierre de Diego Cabrera al programa del 3 de abril

Sobre homenajes y cambios de rasero

Fenecer, morir, pasar a mejor vida, desaparecer, diñarla, «irse con Manolete», dejar de fumar, irse al cielo, cascarla y así podríamos estar hasta casi el infinito enumerando términos y expresiones que significan lo que todo el mundo sabe, pero el tiempo nos ha enseñado que también implican otras cuestiones.

Verán, me explico mejor: Desde hace unos días vivo con una sensación extraña, La Venia dedicada a Juan Manuel Gil ha sido la publicación más escuchada entre los podcast de nuestro programa y el tercer contenido más escuchado entre los podcast de Radio Compás. Además, por el número de visitas que esa entrada ha registrado en nuestro blog, el pasado viernes fue el día que más visitantes y visitas hemos registrado en nuestra corta historia aventajando por mucho al segundo día más exitoso. Cuesta decir y escuchar el adjetivo «exitoso» cuando lo relacionamos con una persona que ya ha muerto.

En ‘El Palquillo’ contamos con muy pocos recursos y las minúsculas previsiones que nunca hacemos se desbordaron más allá del número de visitas a nuestro blog, llegándonos felicitaciones por las redes sociales, «me gusta», «favoritos», «retwiteos», etc. Incluso nuestro servicio de alojamiento web nos escribió felicitándonos por el incremento del tráfico. Como escuché una vez en una canción, «cualquiera es cualquiera y encima lo niega».

Debido a esto a y otras circunstancias me ha dado por pensar: ¿‘El Palquillo’ será mejor programa cuando deje de existir? ¿Los cierres que hacía mi hermano –sí, Jesús Cabrera es mi hermano– son mejores ahora que ya no los hace? ¿Los montajes «cubistas», según Eduardo Sugrañes, que llevaba a cabo Pablo Camacho en los cultos a la Purísima Concepción serán mejores cuando se tenga la certeza de que nunca más volverá a hacerlos? ¿Juan Manuel Gil es ahora mejor de lo que fue en vida? ¿Adolfo Suárez tiene ahora más amigos que votantes en las primeras elecciones democráticas? Y sobre todo: ¿Lo máximo que podemos hacer para encumbrar nuestra obra, cualquiera que sea, y recibir elogios es desaparecer? Visto así, con cierta perspectiva, la lógica nos lleva a un razonamiento infantil que ni si quiera me voy a preocupar en exponer aquí.

Pablo Camacho, director de este programa, le guarda un gran aprecio a Juan Manuel Gil y lo muestra tanto en público como en privado, me consta desde hace mucho y me lo dicen la relación que mantiene con la familia de Juan Manuel, como lo conocemos muchos, su preocupación en los momentos de enfermedad y sus visitas. Además, cualquiera que haya compartido un rato con Pablo habrá oído pronunciar su nombre con reverencia, pero no nos engañemos, las muestras de aprecio y reverencia en vida son fenómenos bastante aislados que vemos practicar muy poco.

Lo que no es un fenómeno aislado ni extraño es que cuestiones que levantan cierta polémica o morbo reciban el respaldo de las audiencias. Lo he vivido en primera persona en El Palquillo y en otras de mis aventuras como juntaletras: un accidente de tráfico, más aún con muertos, recibe más atención por parte del llamado “respetable“ que una vida salvada, de la misma forma que un texto que sin querer levanta cierta polémica recibe más visitas que otro sencillo, agradable y cercano sobre los miles de detalles que deja la Semana Santa y su preparación.

Es más, pongo la mano en el fuego sin miedo a quemarme y les digo: si yo hubiera hecho el legítimo y merecido ajuste de cuentas que dije que no iba a hacer durante el primer Cierre estoy seguro de que hubiera sido una de las entradas más visitadas en nuestro blog y hubiera provocado multitud de comentarios, incluso llamadas de teléfono.  Y les aseguro que no iba a ser porque me guarde frasco de talento e imaginación para tales menesteres y el resultado fuera alta literatura, además, la alta literatura no recibe mucho respaldo por parte del público masivo. Por cierto, esto va para ti que te vas a dar por aludido: en ‘El Palquillo’ no te olvidamos y menos yo, cada vez que te vemos no podemos evitar una sonrisa de «medio lao», como la de Pedro Navajas.

Pero volviendo a lo que me ocupaba: Este fenómeno es culpa nuestra que siempre andamos buscando subir el número de visitas. Nada tiene que ver que la gente dedique más tiempo a personas que ya no están entre nosotros cuando merecieron su respeto y su atención mucho antes o que guste prestar atención a detalles polémicos y morbosos. Ni mucho menos, imposible que sea así. La gente es muy buena gente.

Antes de irme sólo quiero dejar un último apunte: Juan Manuel Gil, igual que muchos otros, merece el mismo respeto ahora que antes, el mismo que mereció durante su enfermedad y cuando estaba sano, de la misma forma que Eduardo Sugrañes es un «profesional» con mala redacción hoy ,que lo digo yo en ‘El Palquillo’, y hace muchos años, cuando ya lo dijeron en El Contraguía.

El Cierre de Diego Cabrera al programa del 27 de marzo

La mano negra

Ustedes los conocen, igual que Pablo o que yo, Alberto ha vivido las historias en primera y tercera persona. Los podemos encontrar en las casas de hermandad, en las barras de los bares como daifas esperando a que alguien les compre su historia, algunos hasta escribieron un libro y se publicó. También están entre los costales un día de ensayo o con entrada en primera fila para lo que ellos consideran el fin del mundo cuando sencillamente es gente que ocupa el sitio que ellos no pudieron o no quisieron ocupar, y lo único que han hecho ha sido tomar decisiones –a veces muy acertadas–, pero eso les da igual.

No los confundamos con aquellos cofrades que sólo pecaron de saber más, de soñar más, de apuntar más alto e incluso llegar y que optaron por abandonar el morrión de su hermandad ante los insultos, el escarnio público y la burla de los ignorantes. A estos también los conocemos.

Yo les hablo de victimas de sí mismo, gente que cavó su propia tumba cuando pensaban que iban encaminados a la gloria. Mastican bilis por un cargo que ya no es el suyo, un cargó que en muchos casos nunca volverán a tener.

Hubo un tiempo en que las hermandades eran su casa y como tal las consideraron, cuando eso dejó de ser así sólo les quedó un pensamiento: ninguno de los que vendrán después lo hará mejor que ellos. En una minúscula parte quizá así sea, pero les falla la actitud; olvidaron que antes de que ellos estuvieran allí las hermandades existían, como continúan existiendo tras su marcha, aunque hayan tenido las llaves de la hermandad junto a las de su casa mucho tiempo.

El tiempo fue también el que se encargó de quitar de en medio a unos pocos, otros fue su propia vida personal y viven de un pasado glorioso que sólo ellos recuerdan, porque las hermandades no son de nadie, las hermandades son personas en plural. Les hablo de los habitantes de covachuelas de un palacio que realmente nunca existió, pero del que ellos nunca se cansarán de hablar como si les fuera tan cercano como la cama donde duermen.

Ninguno de ellos podrá disfrutar del perfil del paso de palio o del Señor mostrándole el camino cuando la cofradía se dobla sobre sí misma en dos calles, es una visión demasiado elevada; sólo pueden ver enemigos en el puesto que otros ocuparon después o en aquel otro que nunca pudieron ocupar. Tampoco les alegra saber que este año la cofradía saldrá con más monaguillos que nunca, siempre han pensado que las hermandades son cosa de hombres y que el resto son adornos que sólo quedan bien para el día de salida.

Rechazan cualquier cosa que no se pague con dinero o cualquier logro que se consiga sin su intervención, evitan todo lo que no sea ellos y su camarilla. La realidad es que se sienten pequeños e indefensos ante gente que no se conforma con lo que tiene, ante gente que sabe que hay un culto mejor que está en su mente y por el que merece la pena trabajar, que investiga y que ya ha aprendido más cosas de las que ellos sabrán en su vida.

Y por supuesto, son intermitentes en sus amistades, por eso les da igual destrozar un momento bueno sencillamente porque no es el suyo. Hace tiempo que perdieron de vista ese dogma que dice que “las hermandades son para disfrutar”, prefirieron enmascarar en la supuesta entrega a un titular su propio encumbramiento. Muchos no estuvieron ni se vieron a sí mismos en la soledad de una casa de hermandad limpiando la cera de una tulipa prestada y tarareando una marcha mientras soñaban en el año que está por venir y trataban de olvidar el sueño acumulado por los días de montaje, esas tareas son para “machacas” y “maricones”, no para ellos.

Son… “la mano negra”. Viven detrás de todo y esa es su existencia, la sombra. Sólo entienden una cosa: manejar. Piensan que algo tan pequeño como una hermandad es la obra de una vida y sólo son personas equivocadas aspirando a que el mundo haga lo que ellos digan, aunque no estén en la junta de gobierno, eso es demasiada ocupación para ellos, o tal vez lo han estado demasiado tiempo, quizá ya no pueden estarlo o sencillamente los hermanos decidieron otra cosa.

Pero los hay en otra versión, aquellos que no se conforman con decir y enfadarse porque no se hace lo que ellos dicen, hay una versión peor: son aquellos que pretenden entorpecer el camino de la hermandad por la que ellos dijeron darlo todo sin ver que esa misma actitud demuestra que sólo se lo dieron a sí mismos. Son seres que se molestan ante los espíritus limpios y trabajadores que buscan su propio camino, les enfada la curiosidad y les incomoda que haya gente que no les ha prometido lealtad ciega porque, quizá, esos anónimos o no tan anónimos de la hermandad descubran más verdad de la que ellos jamás podrán contemplar. En definitiva, son gente asustada ante el mundo.

Ya era hora de hablar más de hermandades y menos de cofradías en ‘El Palquillo’.

El Cierre de Diego Cabrera al programa del pasado 20 de marzo

Sobre el desuso de la responsabilidad

Como ya hemos anunciado nuestras novedades y las han podido conocer de primera mano en este inicio de temporada, la voz que les habla y la firma son diferentes, este primer cierre va a ir al grano, algunos pensarán que en vez de al grano va directo al mentón, pero esa interpretación no es más que falta de objetividad.

Por cierto, si alguien pensó que íbamos a aprovechar esta primera ventana abierta para hacer un merecido ajuste de cuentas se equivocó. Sí, lo de merecido ajuste de cuentas va por ti que te estás dando por aludido: no es usted digno de tal honor, nuestros oyentes no merecen tal afrenta y nosotros… nosotros tenemos propósitos mucho más elevados. Hoy he venido a hablar de cosas importantes.

Hace ya algunos meses recibimos algunas críticas infundadas –otras fundadas que no compartimos, pero respetamos– y cientos de visitas en nuestro blog por algunos artículos que publicamos a colación del acto de fe del pasado mes de octubre, sencillamente apuntábamos una situación que hace tiempo está instalada en nuestra sociedad y, como parte de ella que es, también en “el mundillo cofrade” –en ‘El Palquillo’ somos enemigos del uso de los diminutivos, pero decir “mundo cofrade” es demasiado pretencioso. De lo que hablamos en esos artículos es de lo mismo que vuelvo hablar hoy, de la falta de responsabilidad de personas que se caracterizan por tener un puesto que normalmente se define como “de responsabilidad”.

Algunos, mientras señalábamos se quedaron mirando el dedo en lugar de prestar atención a lo que decíamos, una opción como otra cualquiera, pero poco enriquecedora. Mientras decíamos que el rey estaba desnudo, hubo gente que prefirió que el rey pasara frío y despotricar de aquellos que recomendaban el uso de un abrigo. Perdonen la metáfora climática, pero me ha salido así, no la estaba buscando en absoluto.

Bueno, basta ya de circunloquios, vamos a lo que vamos. Quien ostenta un puesto de responsabilidad no puede patalear porque alguien diga que se ha equivocado cuando se ha equivocado, principalmente porque si se ha equivocado se ha equivocado, ¡y ya está! Es de Perogrullo pero a veces parece que no está tan claro, además, cuando ha habido aciertos también los hemos dicho. Por resumir: en los artículos a los que hago referencia y que pueden leer en los archivos del blog del programa dijimos algo parecido a “caballero, usted ha sacado al Señor a la calle mientras estaba lloviendo, eso no está bien”,  y por eso no se puede patalear. Incluso no se puede patalear porque alguien diga “caballero, usted ha sacado a la calle al Señor mientras llovía y eso no está bien, es más, usted en ocasiones ha recortado camino o corrido de vuelta al templo por el camino más corto cuando amenazaba lluvia”, de la misma forma que yo no me puedo cabrear porque me corrijan la puntuación, una flagrante falta de ortografía, una equivocación, que piensen que los textos de este programa son muy barrocos o que directamente digan “’El Palquillo’, vaya chufla de programa”. Si me he equivocado me he equivocado y si me lo razonan pues más callado debo permanecer. Pero igualmente si hay gente que piensa que este programa es una chufla, ¿qué le voy a hacer yo?, va en el presupuesto de hacer esto que hago como lo otro va incluido en tener un puesto de responsabilidad. Yo lo hago encantado, porque el tiempo que dedico a hacer esto es tiempo que paso entre amigos y ese tiempo no tiene precio, sólo por eso merece la pena, si no fuera así lo dedicaría a otra cosa.

Desde aquí quiero proponer un sano ejercicio que creo que podría ayudar a concienciarnos de lo que implica tener una responsabilidad, además, va a afianzar el conocimiento sobre nuestra bella lengua, algo que nunca viene mal. El ejercicio es sencillo, consiste en conjugar el presente de indicativo del verbo reflexivo exponerse. Ahí vamos: Yo me expongo, tú te expones, él se expone, nosotros nos exponemos, vosotros os exponéis y ellos se exponen. Y ya está. Exposición es lo que implica hacer un programa de radio y estar en una junta de gobierno, unos y otros tenemos capacidad de decisión sobre determinadas cosas y estamos expuestos a que nos digan esto o lo otro o lo de más allá. Siempre se puede dejar de hacer el programa de radio, dimitir de la junta de gobierno o hacer otro programa de radio o formar otra junta de gobierno.

Espero que no nos estemos acostumbrando a los errores, a las meteduras de pata y a las mentiras, pero, sobre todo, espero que no tomemos por costumbre atacar a quien, sin alzar la voz y con cuidado, muestra razonadamente lo que está mal.

 Malos gobernantes son aquellos que sólo quieren a su lado gente que les diga lo bueno, lo guapo y lo perfectos que son.

Sobre la magna (y III): Algo bueno nos llevamos

Queremos cerrar la temporada con buen pie, esto no quiere decir que vayamos a ser complacientes y mucho menos autocomplacientes, entre otras cosas porque a poco que miremos con la más mínima atención la realidad nos “da una tragantá”. Sí, porque la realidad no da puñetazos ni bofetones, da “tragantáh”. Que se lo pregunté sino a «javi meza, er de lah fotoh»: el sábado 19 de octubre de 2013 –una fecha histórica para la ciudad, como todo el mundo sabe– este hombre se ganó con pleno derecho que se dirijan a él como “Don Javier Mesa, hermano mayor del Santo Entierro”, pero su comportamiento ejemplar ante el desconcierto reinante el pasado 19 de octubre no le bastó para librarse de un ameno cabildo hace unos días donde algunos de sus hermanos –no todo el mundo lleva bien la entrada de savia nueva y aires renovadores en las hermandades– ejecutaron una maniobra maestra para tirar por tierra un par de trabajados detalles que mejorarían sustancialmente a la hermandad y cofradía del Viernes Santo.

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Curioso que los que vengan a poner palos en las ruedas y a sembrar de zanjas el camino gasten canas –consideradas sinónimo de sabiduría– y tengan como galón más brillante en sus pecheras un poco de orfebrería de serie y el haberle dado un paso a dos “colgaos” que en la Semana Santa de 2012 mandaron el caminar de la Virgen de las Angustias y de su Bendito Hijo como nadie recuerda haberlo visto y cuando hacía más de un año que nadie daba un duro por ellos. Don Javier, no se preocupe usted, queda para la historia la gran estampa del Cristo Yacente sin urna y el comportamiento de su hermandad, sin un aspaviento supo hacer lo que había que hacer. Como diría la difunta revista El Contraguía: “venga de frente”.

Ser tendencia, un arma de doble filo
Gracias al acto organizado por el Consejo el pasado 19 de octubre fuimos, como diría nuestro políglota director, “trending tropic”. Ciñéndonos a la lengua de Cervantes, la “#MagnaHuelva” –como se diría en el lenguaje de ‘Twitter’– fue uno de los asuntos más comentados en España entre los usuarios de esta red social. Estuvimos en el candelero un buen rato, algo muy loable y que demuestra el gran interés y el amplio seguimiento que este evento ha recibido, pero todo tiene dos caras: al principio no se registraban más que comentarios de ánimo, apoyo y reconocimiento, pero la cosa cambió de cariz, mientras el desconcierto recorría las calles de la capital, la caverna de ‘Twitter’ dejó de ser tan condescendiente o agradecida –cada uno que se quede con lo que quiera– con el “día histórico” que estábamos viviendo.

Aunque sólo hubiera sido por los kilos de comida recogida gracias a las hermandades y por el empujoncito a la renqueante economía local ya mereció la pena lo que casi vivimos. Las reservas en los hoteles, los bares y restaurantes con más clientela y la gente por las calles no va a enmendar el doloroso momento que la ciudad y el país entero está viviendo –tampoco nos debe hacer perder la perspectiva–, pero algo es algo.

También quedó claro que las cofradías onubenses están capacitadas para esto, la respuesta a la llamada del Consejo fue muy alta, a pesar de lo poco claro del proyecto, lo apresurado y la cortedad de las cuentas bancarias. Sin embargo ya lo barruntamos en su momento –nosotros y algunos más–, dos meses y medio es un tiempo muy limitado para poner en marcha un proyecto faraónico que colapsa una ciudad, mueve 17 hermandades y aspira a que todo salga medianamente bien. Por muy cualificadas que estén las personas puestas al frente del acto que sea, si no tienen el tiempo suficiente el fracaso va a sobrevolar cualquier idea que se intente poner en marcha. Entiéndannos bien, la lluvia desmontó todo lo planeado, pero hay formas y formas.

Seguimos con lo bueno
Aunque sea como destacar la actuación del portero en tu equipo de futbol, no podemos saltarnos algunas sorpresas que nos deparó la magna en el apartado de “pitos y flautas”, a saber: San Juan Evangelista, una gran cantera musical que vino a Huelva a hacer las cosas más que bien; y dos agrupaciones musicales, una con sabor a sal –la Agrupación Musical Nuestra Señora de las lágrimas de San Fernando, gran trabajo– y otra con sabor a buen vino de solera –la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Palma del Condado, buen metal y buen sonido.

En ‘El Palquillo’ nos hicimos cofrades en los años 90, casi ayer, pero nada hubiera sido lo mismo sin los recuerdos de las cornetas y tambores de la Banda del Cristo de los Remedios de Castilleja de la Cuesta tras el Señor de Pasión, el 19 de octubre tuvimos la suerte de que se materializara un bonito recuerdo al volverlos a escuchar por nuestras calles.

A pesar de que los colores litúrgicos a la hora de vestir a nuestros titulares cristíferos no fue lo que más se respetó para esta magna salida extraordinaria, ha habido algún que otro detalle digno de subrayarse: es muy importante resaltar el gran esfuerzo realizado por las hermandades para salir de forma extraordinaria en una situación tan difícil como la actual, además del intento por ofrecer estampas distintas y particulares como particular era el día, verbigracia: las palmas rizadas en el misterio de la “Burrita”, gran detalle, o la distinguida estampa del Cristo Yacente sin urna que ya hemos destacado.

De recogida
Antes de bajar el paso: ¿se sabe algo de las cuenta? A ver si al cierre del ejercicio trasciende algo sobre la cuestión económica de este evento otoñal que ha tenido una gestión tirando a opaca. Y otra incógnita que nos va a tener en vilo un tiempo, ¿habrá un tercer intento?

Un momento, que el prioste dice que el paso no está bien colocado: Don Javier, no se confíe usted por las palabras que iniciaban esta entrada del blog –ya llevamos 100 entrada, pero no se preocupen, no habrá salida extraordinaria, preferimos una convivencia en las tierras condales de los Bustamante Domínguez o una peregrinación al Pilar de Zaragoza, quizá a Tierra Santa–, como decíamos, Don Javier, si ‘El Palquillo’ tiene edición en 2014 le va a tocar pasar por el estudio, con cuatro preguntas y tres reflexiones nuestro director y presentador le va a tener entretenido un mínimo de 40 minutos departiendo sobre lo divino y lo humano, más de lo segundo que de lo primero, porque lo divino se da por supuesto y la humanidad… La humanidad a veces cuesta encontrarla en la Semana Santa, a ver si usted nos ayuda.

La “desarmá”
Hasta aquí ha dado de sí la temporada 2012/2013 de este programa, una temporada mucho más larga de lo esperado y muy marcada por la agenda propuesta por el Consejo de Hermandades y Cofradías de Huelva. Desde aquel programa especial dedicado a las elecciones en el seno del órgano rector de nuestras cofradías hasta el comienzo oficial de temporada al llegar la Cuaresma y este final con programa extraordinario al que damos término vía blog.

Tenemos un par de deudas pendientes que esperamos saldar con los agradecimientos: Gracias a todos esos oyentes que han querido acompañarnos, algunos testigos mudos de nuestro caminar, otros tuvieron voz y quisieron transmitirnos su opinión, muchas gracias; indispensable compañera y gran ayuda durante todo este camino ha sido nuestra independencia –a ratos ha llovido un poco y aún así no nos ha abandonado–; por supuesto muchas gracias a toda esa gente que vino al programa, también a los que quisieron venir y nunca recibieron nuestra llamada –agradecemos mucho el interés, pero el consejo de redacción se reserva el privilegio de decidir quién viene a los programas y no tiene pensado renunciar a él, tienen ustedes abiertas las redes sociales, los comentarios en el blog y nuestro correo electrónico, mediante estos mecanismos pueden hacernos llegar lo que gusten y me extrañaría mucho que el consejo de redacción no preste atención a un correo electrónico bien escrito y mejor razonado que cualquiera de ustedes nos haga llegar; también han sido importante las 4 personas que comentaron las entradas de nuestro blog, por cierto, aprovechen el tiempo que queda hasta que se inicie la temporada 2013/2014, en caso de haberla seguramente no publiquemos aquellos comentarios que estén firmados con pseudónimo o heterónimo, que nunca se sabe, es una lástima que de los 4 comentarios que hemos tenido en el blog sólo dos vengan con firma, curiosamente los que hablaban bien de nosotros, como si nos comiéramos a los que piensan diferente –asumimos que a veces hemos metido el dedo en el ojo a mucha gente o mucho a alguna gente, pero en ‘El Palquillo’ todos tenemos nombre y dos apellidos y hay formas varias de encontrarnos sin mucho esfuerzo, Huelva es muy pequeña.

Imposible olvidarnos de todas las personas que nos ayudaron (vosotros sabéis quienes sois) y los que se han enfadado con nosotros –ellos también saben quiénes son, gracias por escucharnos y leernos, este programa también es vuestro, aunque no pensemos igual–; siempre hemos tenido presente a aquellos que a última hora nos dijeron que no podían venir y nos reventaron la escaleta y los guiones –sí, ‘El Palquillo’ tiene escaleta y guión, además, bastante trabajados ambos–, reconocemos que somos un programa minúsculo y que nuestro escaparate no es el más atractivo, pero le ponemos unas gotas de talento, entrega, interés y conocimiento, esperamos que en el futuro los astros nos vuelvan a juntar en algún momento y lugar. Y por supuesto gracias también a toda esa gente que sin dudar se presentó corriendo en los estudios para sustituir a los que a última hora dijeron que no podían venir; gracias a esta emisora que nos presta un lugar o varios –este año el programa ha sido una gira provincial en toda regla–; y por supuesto nos queremos dar las gracias a nosotros mismos, las cosas buenas y malas que ha traído el programa han venido de la mano de nuestra lucha por mejorar pese a la escasez o más bien inexistencia de recursos.

Pero si hay algo con lo que nos quedamos de esta temporada es con aquel señor que educadamente paró por la calle a nuestro director para preguntarle si iba a hacer programa durante la cuaresma, le gustaba mucho –debía de ser a finales de enero, si nos lee usted, GRACIAS, y si no, GRACIAS también– y por supuesto con aquella señora que tras el programa especial dedicado al “acto de fe” –todavía no lo habíamos puesto en este artículo– nos comentó que disfrutaba mucho de las tertulia mientras cosía, con eso hay que morir.

Las llaves de la casa de hermandad
‘El Palquillo’ no les emplaza a ningún otro momento porque no sabemos qué va a ser de nosotros, la crisis ya no es una excusa porque dicen los expertos autorizados que la estamos dejando atrás, pero sí que hay otras razones. Pase lo que pase les adelantamos que ya hay quien está pensando en nuevos formatos e ideas para realizar en una plausible tercera temporada, por supuesto aceptamos sugerencias, pero prometemos hacer exactamente lo que nos dé la gana, así está escrito en nuestros estatutos y así es como hacemos las cosas en esta casa.

De cualquier forma, aunque ustedes no nos vean y no nos escuchen, ‘El Palquillo’ estará presente el próximo 8 de diciembre, ese día que Huelva se arrodilla, como dijera el pregonero, ante “el reclinatorio rojo adamascado de un cabezo” para recibir a su Inmaculada Madre.

Hasta aquí hemos llegado con ‘El Palquillo’. Muchísimas gracias y hasta la próxima.

Sobre la magna (II): El Consejo, pero también las hermandades

En lo ocurrido el pasado 19 de octubre, una fecha histórica para la ciudad (como todo el mundo sabe), no hay que buscar mucho para encontrar a los culpables, aunque no se quieran señalar, aunque consideren que no han hecho nada malo, está claro que responsables hay, además muchos. Esta vez sí podemos dar validez a la frase sobre “los culpables” que dijo aquel hombre, por llamarlo de alguna forma, que por algún misterioso  azar –los caminos del señor son inescrutables– rigió los destinos de España: “no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas”. Seguramente, usted que está ahora mismo leyendo se ha cruzado con alguno en su diario caminar por Huelva, puede que hasta usted sea uno de los que ayudó a convertir el “acto de fe” en… (por favor, acabe usted la frase como le guste).

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El “acto de fe” estaba dirigido y organizado por un ente, el Consejo de Hermandades y Cofradías que dirigió y organizó poco y mal, pero en él participaron unas hermandades que bien por falta de conocimiento, por estar mal asesoradas o directamente por hacer las cosas a su forma y manera, mal, participaron de forma activa en el engrandecimiento del naufragio.

Cualquiera con la mínima memoria encontrará con facilidad como en algunas hermandades los criterios han ido variando a lo largo de los últimos años, no a favor de la prudencia, de ahí el problema. ¿Qué hace que una hermandad varíe tan radicalmente su comportamiento y compostura ante la lluvia mutando desde la mesura al desconcierto más absoluto, desde el saber hacer a directamente provocar a la lluvia? Una misma hermandad, una de las que llegó a salir a la calle el pasado día 19 de octubre y por supuesto se mojó, ha pasado en cuestión de pocos años de suspender una salida con horas de antelación –sin duda alguna muy bien hecho y así se le reconoció– a salir directamente lloviendo –como hizo el pasado sábado. Entre un punto y otro está aquella vez que decidió volverse corriendo y tras darle una paliza a sus hermanos de luz, a la gente que acompañaba a su titular y a su cuadrilla de costaleros –poderosos y entregados– decidir que era el tiempo del recreo una vez pasado el supuesto peligro que, por cierto, nunca llegó. Da igual, tanto la cuadrilla como los hermanos podían con eso y con más si hubiera sido necesario, aunque la coherencia se resintió. Pero no acaba aquí la cosa, en otra ocasión decidieron saltarse parte del recorrido cuando estaba en el presupuesto de la salida que la tormenta podría llegar. Cambiar, evolucionar, mutar… siempre está bien, ¿pero a peor?, es más, ¿tan manifiestamente a peor?, ¿por qué?

Por otro lado tenemos hermandades que ni siquiera tienen un pasado, su edad no se lo permite, hermandades que provocan que nos preguntemos qué les lleva a ponerse en la calle insistiendo año tras año, ya sea en Semana Santa o para una salida extraordinaria como ésta, cuando la lluvia no es una posibilidad si no la realidad manifiesta y el recorrido que les espera es más que largo . Al menos esta hermandad puede decir que lo que haga con su patrimonio es cosa suya, pero alguna otra mojó y bien mojado un paso que ya ni siquiera le pertenecía. Viendo estas situaciones nos planteamos si es que esa falta de responsabilidad que se achaca a políticos, dirigentes… no es más bien un mal social que también llega a las hermandades que, le guste o no a algunos, están más que bien enraizadas en la sociedad y forman parte de ella.

Podríamos enumerar mil razones para hacer todo lo posible para no mojarse, tanto las hermandades como el Consejo, pero con una gran diferencia, mientras el Consejo tiene como patrimonio una maraña de hierros oxidados y una sede prácticamente en ruinas, todas y cada una de las hermandades tienen bastante más que eso, el infinito comparado con eso.

Al hablar de patrimonio, si hay que luchar por cuidar algo en concreto sólo hay que señalar dos: los Titulares –sí, lo empezamos con mayúscula– y los HERMANOS –ésta se escribe entera con mayúsculas y con letras doradas. Cualquier patrimonio está muy por debajo de esto, cualquiera. Mantolines nuevos o viejos, túnicas de Carrasquilla o bordadas por un grupo de hermanas, respiraderos de Seco, pasos completos o por partes, imágenes secundarias de calidad, recién restauradas con sabiduría o que se van a sustituir en breve son parte de lo accesorio, claro que engrandecen a las cofradías, por supuesto, pero sin los Titulares y sin los HERMANOS las hermandades empequeñecen hasta desaparecer. Esto nos lleva al sentido más estricto de las palabras, una hermandad no es más que un grupo de hermanos y los grupos de hermanos, como mínimo, deben preocuparse los unos por los otros.

Anecdotario
Los nervios, la improvisación, la indecisión y las constantes variaciones en el plan, o los planes, jugaron muy malas pasadas, está claro, pero también el empeño en lo que ya no iba a poder ser y la falta de criterio en la toma decisiones. Cuando ya no había nada que hacer y muchas hermandades iban de vuelta a sus templos, todavía alguna hermandad tenía interés en llamar la atención, así como algún hermano dispuesto a tomar protagonismo impidiendo, por ejemplo, que algunos compañeros de los medios pudieran hacer su trabajo mientras se lo facilitaba a otros. Curiosamente, en el mismo templo –es que esta iglesia siempre ha dado mucho de sí– se departió sobre la coronación o no de una dolorosa, nos parece un momento muy impropio para tratar estos temas, pero bueno, “ca uno eh ca uno”.  Una suerte que ‘El Palquillo’, acostumbrado a transitar los márgenes y ajeno a corrientes externas, llegue a todos lados y pueda recoger informaciones de múltiples fuentes.

Por cierto, nuestro director alza la voz en nuestra redacción en nombre de los devotos de la Purísima Concepción –¿no les suena?, sí, verán: la imagen de la Virgen casi niña que con maestría talló Mario Moya (por desgracia no hay tantas imágenes salidas de sus manos como para despistarse), lo mismo no la recuerdan porque sale en diciembre y acostumbra a quedar sepultada entre bancos, pasos y demás enseres cuando llega Semana Santa–, pues eso, que nuestro director, hombre de fe y amante de las causas perdidas, dice que a ver si los devotos como él pueden acercarse a hacerle compañía a la Virgen, que los bancos se pueden llevar a los almacenes de las hermandades y así se puede venerar como corresponde a la titular de la parroquia de la Concepción –suponemos que hace rato que sabían el templo del que hablábamos– y  de paso la iglesia está un poco más presentable, que nunca está demás. Sabemos que tiene que ver más con la curia que con la hermandad de la que es titular, pero hay que decirlo. De la curia ya hablaremos más tarde, todo a su debido tiempo.

Disculpen la digresión, pero es que la realidad nos desborda. Seguimos por dónde íbamos. En fin, seguro que hay mil anécdotas de este día histórico –podríamos decir también día histérico o histrionico– para la ciudad que cada uno guardará para sí, anécdotas que en su mayoría, por desgracia, no muestran otra cosa distinta a lo que ya deberíamos saber hace tiempo y parece que no acabamos de saber, sacar a la calle una cofradía no es una broma y hay que tener las cosas bien claritas, puede que hasta negro sobre blanco y si el plan a no funciona, está bien que haya un b o c o todos los que queramos, pero que existan de verdad y se den a conocer. Cuando decimos dar a conocer nos referimos a las hermandades –en esto, medios y ciudadanía en general tienen poco que decir. Hay muchos lugares mejores que un programa de televisión para que las hermandades conozcan detalles sobre el “acto de fe” y todo lo que implica, una buena reunión con las hermandades implicadas dando una información concreta y real hubiera bastado, además, no cuesta tanto. Con respecto a este asunto no hay nada que reprochar a las hermandades, no fue su responsabilidad lo escueto de las explicaciones y el naufragio que representó cada plan alternativo pero, aún así, siempre pudieron haber dicho “no” a esta aventura que se convirtió en desventura.

Abrir la puerta al peregrino
Dejando al margen a las hermandades y al Consejo, la curia, una vez más, no ha tenido mucho interés por entregarse a este acto, no acostumbra a entregarse mucho a casi nada que no sea algo que les interese, suponemos que los intereses de su fieles no son los intereses de la curia. El número de sacerdotes que iban a acompañar al obispo durante el acto de fe y los que lo acompañaron el domingo fue cuanto menos triste, bien es cierto que estamos ya casi acostumbrados.

Pero si hay alguna situación que demuestra la entrega absoluta de la curia a las hermandades fue la que se pudo ver en ‘El Polvorin’ –antes hablábamos de la Concepción, pero este templo siempre ofrece experiencias explosivas, en ‘El Palquillo’ lo sabemos muy bien. Está claro que la Hermandad de la Victoria metió la pata hasta el corvejón con su salida –no  se enfaden, si sales y te mojas tanto es que te has equivocado, ya está, se dice y se intenta mejorar, o no–, pero que el párroco de una iglesia haga esperar a que termine un bautizo para permitir que uno de los titulares que se venera en la parroquia pueda recogerse mientras en la calle llueve es vergonzante y vergonzoso, como avergonzada debería sentirse la curia ante semejante comportamiento.

Asumámoslo, los cofrades tenemos cierta tendencia a hacer el idiota, pero la magnanimidad es una virtud que nunca hay que perder y que demuestra sabiduría, no la hubo por parte de quien tenía que abrir las puertas al Señor de la Humildad y no, no nos referimos al sacristán, picamos más alto. “Dar de beber al sediento, dar de comer al hambriento…” o “abrir la puerta al peregrino” –más si cabe cuando el peregrino no es uno cualquiera– parece que no está incluido entre las tesis de algunos que habitan en el mismo seno de la Iglesia. Son cosas que pasan, pero no deberían pasar y hay que luchar para que no pasen. Volviendo al mundo clásico –siempre una referencia para los que hacemos ‘El Palquillo’–, no puedo más que imaginar, por poner un ejemplo, a los sacerdotes que  custodiaban los templos de la Triada Capitolina orgullosos ante la perspectiva de que aquello duraría para siempre, sin embargo hace mucho tiempo que ya nadie se encomienda o hace ofrendas a aquellos dioses que hoy son considerados paganos, ni siquiera al bueno de Baco, con lo que gusta un bar a los cofrades, será porque algunos dicen que es hijo ilegítimo y eso nunca ha caído bien. Quizá a más de uno –de los que gastan sotanas y de los que no– le vendría bien un libro de historia.

La tercera y última entrega de esta serie de artículos se publicará el próximo día 31 de octubre

Sobre la magna (I): Esto podía pasar

Justo el día después de la salida extraordinaria de pasos que estaba programada en Huelva para la celebración del Año de la Fe, el diario ABC publicó una desternillante entrevista a la socialité –como dicen los snobs– Pitita Ridruejo (si tienen valor les invitamos a leerla aquí). En dicha entrevista destacaban unas declaraciones que en la redacción de ‘El Palquillo’ no pasaron desapercibidas. “A mucha gente no le conviene que llegue el apocalipsis” decía Pitita Ridruejo según el diario ABC. Lo que no sabía Pitita era que el apocalipsis estaba a punto de estallar días después de que ella concediera su magna entrevista –insistimos, pueden pasar un buen rato leyendo las declaraciones de esta mujer experta en apariciones marianas– y ya se había desatado un día antes de que apareciese la entrevista de la que hablamos. La única diferencia entre lo que ocurrió en Huelva y el apocalipsis bíblico del que habla la señora Ridruejo está en que, de momento, todos los organizadores del “acto de fe” onubense han ido al cielo. Vamos, que no ha dimitido nadie de la organización del evento y casi nadie de los responsables últimos de las hermandades, si es que ha habido alguna dimisión en las hermandades

Perdón-Magna-03 (1)

Hemos dejado pasar unos días, concretamente una semana que ha venido muy bien para todos y, especialmente, para que se enfriase el ambiente. Con todo algo más tranquilo y las mentes más despejadas, en la redacción de ‘El Palquillo’ suena Paco Toronjo mientras hablamos largo y tendido de lo que ocurrió el pasado 19 de octubre de 2013, fecha histórica para nuestra ciudad.

Avisamos: no vamos coincidir aquí con algunas voces que consideraban que el día 19 era un día para sacar pecho. Sacar pecho se puede hacer todos los días aunque no haya razones para hacerlo, lo importante son las razones para sacar pecho. En realidad, lo único importante son las razones, sacar pecho es una tontería. Tampoco creemos que esto sea cuestión de recoger pronto mientras olvidamos lo pasado. Esto no ha sido casualidad, esto no ha sido un mal día, ha sido algo más que eso.

El pasado 19 de octubre, si era un día para algo, era para hacer las cosas bien, lo que también se debe hacer cada día en el fuero interno de cada uno, pero el pasado 19 de octubre nada iba a ser interno, todo se iba a ver y al final se vieron las vergüenzas. Sospechamos que ni en lo interno ni en lo externo ha habido un interés por entregarse a la mejor y más digna tarea a la que nos podemos entregar: hacer las cosas bien por el mero hecho de hacerlas bien. Al menos el resultado no demuestra una entrega desmesurada, nos encantaría poder decir otra cosa. Sólo con corazón no se hace bien nada, hay que poner cabeza, y mucha, en casi todo para poder tener buenos resultados; como escribió nuestro paisano Juan Carlos Romero: “Trae buenas intenciones, pero pronto se quean en na”. Tirando de tópico nos viene a la memoria esa archiconocida frase deportiva: “se juega como se entrena”. A pesar de ser un tópico, ¡qué razón tiene! Cada uno que se quede con lo que quiera.

Cosas que la fe no mueve
En la ciudad todos tenemos claro que la fe mueve montañas y pasos. Bueno, los pasos los mueve sólo de ida, para que nos vamos a engañar –porque de vuelta los mueven costaleros de verdad, gente con arrestos, ganas, entrega y sacrificio, gente que no resopla cuando llegan esos momentos en los que al capataz, que no al conductor de pasos, se le pone la voz ronca y sabe que ya toca medir las “chicotás” con pie de rey. Sin embargo, las nubes no se mueven con fe, eso parece seguir siendo dominio único y exclusivo de Eolo, aquel que recibió el poder de dominar los vientos de manos de Zeus –ese dios que era rey de dioses y que, aunque hoy se les llame paganos, fueron venerados durante siglos por nuestros antepasados. Como decíamos, a tenor de lo visto, Eolo no deja de tener su parcela en este lugar que está más allá de las “estelas de Heracles” –o las “columnas de Hércules”–, más allá del fin del mundo conocido. Pero no nos perdamos de nuestra senda y vamos a entrar en materia.

La lluvia quitó el maquillaje
Ni la fe ni Eolo –no sabemos si alguien se encomendó a él, hubiera sido paradójico– fueron suficientes para poder alejar lo que ya se venía barruntando desde hacía unos días, aunque algunos lo quisieran negar. El día esperado llegó, la lluvia hizo acto de presencia, los partes decían que sí o que no o todo lo contrario, las hermandades y el consejo esperaron, se siguió esperando… Para cuando acabaron las esperas la información meteorológica ya estaba más clara y no era buena, pero aún así el Consejo y las hermandades decidieron seguir adelante y se mojaron. Todas y cada unas de las hermandades que salieron a la calle se mojaron. ¡TODAS! El agua cayó y quitó esa capa de maquillaje que nos habíamos empeñado en usar para tapar la realidad, una realidad que era mucho más fea de lo que se quiso creer.

Hermandades desorientadas, otras intentando salir a toda costa, alguna en mitad de la calle mientras improvisadamente se reunía su junta de gobierno con el titular como testigo de excepción y dejando claro que no tenían ni idea de que hacer, los delegados del Consejo… El Consejo había anunciado –aunque podríamos decir sin rubor que más bien había alardeado– la cantidad de gente que iba a trabajar en este día “histórico para la ciudad”, gente dedicada a que todo fuera esplendoroso y a que las hermandades tuvieran un transitar lo más plácido posible, pero no acabó de ser así, al menos no del todo. Nos consta que algunas hermandades no llegaron ni a conocer a sus delegados y algunos de ellos estaban, directamente, contribuyendo a eso en lo que tanto habíamos insistido casi todos en la ciudad, las ganancias que el gremio hostelero podría cosechar en un día con tantos foráneos en la ciudad y con tanta gente en la calle.

Planes alternativos
Desde el momento en que las hermandades tenían que empezar su caminar hacia el centro, se sucedieron una serie de planes alternativos –posibilidades, nunca certezas. Se pospusieron salidas, se volvieron a posponer, se retrasó el acto, salieron algunas, se volvieron hacia sus templos y algunas hasta se recogieron en un templo que no era el suyo para volverse el mismo día o el día siguiente. Por cierto, hubo hasta una hermandad que se volvió a su templo mientras el domingo 20 de octubre se estaba realizando el «acto de fe», ya sin pasos –¿quién tuvo la culpa de esto?, ¿realmente había interés en hacer y participar en un acto de fe o era una posibilidad para salir una vez más?, ¿pudo el Consejo hacer algo para evitarlo?, ¿se pudo hacer de mejor manera o esta hermandad tenía que volverse ese día y a esa hora?

Nos encontramos con un rosario de despropósitos que a la postre sería el único rosario que se iba a rezar el 19 de octubre de 2013. Ya nunca sabremos cuáles eran esos planes alternativos que cubrían todo el espectro del abecedario y que con su característico desparpajo y desbordando confianza en sí mismo había anunciado en rueda de prensa el presidente del Consejo. Realmente, lo que anunció fue que existían aunque nos los detalló en ningún caso, pero visto lo visto no parece que existieran.

Continuará el próximo martes 29 de octubre.

Foto: http://www.huelvaya.es